Soltar el control empieza por soltar la autoexigencia
Delegar no es solo un asunto de organización. Es una decisión emocional.
Muchos líderes se sienten atrapados en la necesidad de estar en todo: supervisar, revisar, decidir, anticiparse. No es por falta de capacidades en el equipo. Es porque cuesta soltar.
¿Y sabés qué suele estar detrás de ese miedo a delegar?
La sensación de que, si no lo haces vos, algo va a salir mal. Que si no estás en cada detalle, no estás liderando de verdad. O peor aún: que si aflojás, se va a notar que no estás a la altura.
El vínculo entre el control y el síndrome del impostor
Yo a mi impostor lo tengo muy ubicado, en un sofá en una esquina de mi mente, ahí contenido y controlado, que se ponga cómodo mientras yo sigo con lo mío y avanzo, incluso con incomodidad o desconfianza.
El síndrome del impostor no aparece solo cuando te exigen mucho. A veces se instala cuando vos mismo sentís que tenés que demostrar todo el tiempo que valés.
Y cuando estás liderando desde esa autoexigencia constante, delegar se vuelve una amenaza. ¿Cómo confiar en otros, si vos mismo no te terminás de confiar del todo?
Judith Glaser lo explica muy bien: las conversaciones que tenemos con otros (y con nosotros mismos) pueden llevarnos al modo defensa o al modo apertura. Cuando liderás desde la desconfianza —incluso hacia vos mismo—, todo se tensa. Pero cuando hay diálogo, apoyo y conciencia emocional, aparece algo poderoso: la posibilidad de soltar, sin perder el rumbo.
Delegar no es perder control. Es liberar energía.
Si estás agotado de sostener todo, te dejo algunos pasos para empezar a delegar desde un lugar más saludable:
Arrancá por lo concreto. Soltá tareas pequeñas, de bajo riesgo, para empezar a practicar.
Definí bien las expectativas. Qué esperás, para cuándo, cómo medirás resultados. La claridad evita confusiones.
Acompañá al principio, soltá después. La autonomía también se construye por etapas.
Feedback con confianza. Delegar no es soltar sin mirar. Es guiar sin asfixiar.
Y un paso más profundo, que muchas veces olvidamos. Hablá de lo que te cuesta. Con alguien de confianza, con tu mentor, con tu equipo. Nombrar la dificultad no te debilita. Te libera.
Liderar no es hacerlo todo. Tampoco es tener todas las respuestas. Es crear los espacios donde otros también pueden aportar, crecer y sostener con vos. Soltar el control empieza por soltar la autoexigencia.
Y soltar la autoexigencia empieza cuando te das permiso para no demostrar más, y empezar a conversar más.
Dejemos de esperar la idea perfecta para actuar
Hoy quiero hablarte de algo que veo muchísimo —y que, siendo sincera, también me pasó más de una vez— ese impulso de esperar a tener todo clarísimo antes de movernos.
Liderar es inspirar y transformar
Hoy quiero hablarte de algo que aparece una y otra vez en las conversaciones que tengo con líderes de empresas digitales: la diferencia entre ser jefe y ser líder.